El cerebro tiene cavidades internas por las cuales recorre el líquido cefalorraquídeo, no obstante, cuando se acumula de manera desproporcional, surge la hidrocefalia.
Esta enfermedad daña los tejidos, deteriora la función cerebral e incrementa el tamaño normal de la cabeza, además de otros síntomas característicos de la afección.
Por otra parte, el fluido cefalorraquídeo que llena los espacios vacíos conocidos como ventrículos, sirven para regular la presión, eliminar los desechos del metabolismo y ayudan tanto a mantener suspendida la masa cefálica, como a amortiguar los posibles golpes o sacudidas del cerebro.
Causas más comunes de la hidrocefalia
Las causas de la hidrocefalia dependen de muchos factores, pues, aunque la enfermedad es más común en neonatos, también afecta a los adultos.
Cuando se trata de hidrocefalia congénita, es decir, al nacer, puede ser por obstrucción del líquido cefalorraquídeo, parto prematuro o infección del útero en embarazadas.
En términos generales, las obstrucciones parciales del fluido que pasa entre los ventrículos y alrededor del cerebro, la disminución de la capacidad que tienen los vasos sanguíneos para absorberlo, o la producción en exceso del mismo, también pueden generar la afección.
Los tumores y lesiones en la médula espinal o el cerebro, así como infecciones que afectan el sistema nervioso central, son otros factores que inciden.
Lo mismo sucede a raíz del sangrado por accidente cerebrovascular, pero, en cualquier caso, puede ocasionar discapacidades físicas e intelectuales al no tratarse a tiempo.
Tratamiento quirúrgico para curar la enfermedad
Para curar la hidrocefalia, el paciente se debe someter a un tratamiento quirúrgico que ayude a reestablecer el flujo normal del líquido cefalorraquídeo.
Aun así, es importante que la persona recurra a terapias con el fin de controlar las posibles degradaciones funcionales de la enfermedad.